En agosto de 1986 estando Chema (el mecánico conductor) y yo en Bamako nos llegó en avión un nuevo grupo de expedición de ADINDA para recorrer durante tres semanas una gran parte del maravilloso país de Malí, sin duda el mas completo e interesante de todo el Africa occidental de influencia francesa. Después de un primer día en Bamako visitando la Gran Mezquita, el Museo Nacional, el puerto fluvial sobre el Níger, el mercado de artesanía y el célebre hotel de L´Amitie emprendimos la ruta hacia Ségou con nuestro pequeño y verde autobús 4x4.
En Ségou, a unos 240 kilómetros de Bamako y también localizada a orillas del gran río Níger el principal atractivo era en aquél entonces su activo mercado en el que podías comprar casi de todo incluyendo alimentos y latas de conservas con los sellos de la ayuda humanitaria de varios paises. Después de pernoctar allí una noche emprendimos de nuevo ruta para llegar a comer a la pequeña ciudad de San con su bonita mezquita de adobe blanqueado, continuando luego hacia el noreste a fin de coger el "bac" (pequeño ferry) el cuál atravesando el río Bani (un afluente del Níger) nos llevaría ya al anochecer hasta Djenné.
Djenné, la ciudad santa de Malí, con su impresionante Gran Mezquita de adobe y madera de palma de estilo sudanés (*), sus madrasas (escuelas coránicas), sus artesanos y anticuarios, el diseño de sus calles y la arquitectura de sus casas, y su colorido mercado de los lunes a los pies de la Gran Mezquita es sin duda una de las ciudades mas interesantes y bellas de Malí, y allí permanecimos un par de días alojados en su agradable y limpio "campement" para poder ver tranquilamente ésta ciudad acompañados por el joven Souri (mi "guia local" adoptado en mis anteriores viajes), y bañándonos en el apacible río Bani.
Fué bañándonos en el rio Bani (**) dónde tuvimos una vivencia inesperada, una chica de nuestra expedición se clavó en la zona del tendón de Aquiles un gran anzuelo de una ristra utilizada por los "bozós" para pescar el "capitán" (un gran pez de fondo muy abundante en aquellas aguas), traspasándole de un lado a otro el tobillo, el pié le comenzó a hinchar, su dolor era creciente y no veíamos manera de poder quitarle el anzuelo. En ésto y al escuchar los gritos de la joven se nos acerca un "Marabú" (santón curandero muy respetado en todo el Sahel) que estaba rezando a la orilla del río, le echa un vistazo al tobillo, cierra los ojos, escupe al suelo, y con un rápido movimiento del dedo medio de su mano derecha roza el anzuelo, éste desaparece como por arte de magia (si no lo hubiésemos visto yo nunca lo hubiese creido) sin sangre alguna y sin dejar señales en el tobillo ni de la entrada ni de la salida del anzuelo.
Abandonando Djenné nos dirigimos, primero por carretera, y luego por una difícil pero preciosa pista de montaña hacia el pueblo y las fallas de Bandiagara, en el misterioso país Dogón (***), atravesando riachuelos sobre rocas y grandes cantos rodados, visualizando de vez en cuando en sus cercanías a altivos pastores "fulani" (peuls) con sus pequeños rebaños de cabras y camellos, a miembros de familias "dogón" cultivando maiz y mijo en pequeñas parcelas entre las rocas cercanas a sus curiosas casas de piedra y adobe con sus graneros "machos" y "hembras" con puntiagudos techos de paja, llegando así ya por la tarde a Bandiagara, el principal pueblo de la zona, para alojarnos por unos días en su precario "campement" en dónde ni luz eléctrica había cocinando los alimentos que llevábamos con la luz de los candiles.
Bandiagara está situado sobre una gran falla rocosa con paredes verticales de unos 300 metros de altitud la cuál domina un enorme y bonito valle que llega hasta Burkina Fassó, plagado de cultivos de mijo y arroz y de baobad, los "árboles sin sombra". Tanto en el valle como colgados en los acantilados y en la cima se encuentran varios pequeños y emblemáticos pueblos "dogón" entre los que destaca por su cercanía aunque no por su accesibilidad el de Sanghá desde dónde la vista de los impresionantes acantilados con las antiguas cuevas y tumbas de los misteriosos y desaparecidos "hombrecillos rojos" expulsados por los "dogón" (posibles antepasados de los bosquimanos) en las cuevas y fisuras de las rocas es mucho mas hermosa.
Entre Bandiagara y Sanghá pasamos varios días saltando entre las rocas y descendiendo a pié por "senderos de cabras" ( incluida la joven del anzuelo) hasta los pueblos y aldeas del valle, sacando fotografías, intentando conectar con los nativos, y empapándonos de la misteriosa cultura "dogón" y de la espiritualidad de la zona. Luego de un baile ritual en que los animistas dogones bailan sobre grandes zancos disfrazados con caretas de diversos animales, algunas con enormes "cuernos" de madera llamadas "kanagas" en forma de dobles cruces, pasamos nuestra última noche en Bandiagara intercambiando regalos y comprando artesanía, y ya a la mañana siguiente emprendimos el camino hacia Mopti, la llamada "Venecia africana".
Mopti, situada en la confluencia de los ríos Níger y Bani está construida sobre tres islas unidas por diques y de ahí el sobrenombre de "Venecia africana". Mopti es la tercera ciudad del país en número de habitantes, principalmente songhais, bambaras, bozós, peuls y tuaregs, y el principal puerto fluvial de Malí. Es una ciudad agradable para pasear siendo sus principales atractivos su Gran Mezquita de estilo sudanés, su concurrido mercado pequeño, sus estrechas calles repletas de anticuarios y artesanos, su activo puerto repleto de mercancías y sus barcazas de carga, y sobre todo los pueblos de pescadores "bozós" y los asentamientos "tuareg" del otro lado del río a los que fácilmente se llega en piraguas.
Después de un par de días en Moptí regresamos directamente a Bamako a fin de que el grupo regresase en avión a España, permaneciendo allí Chema y yo con nuestro autobús 4x4 a la espera de un nuevo grupo de expedición para, vía Kolokari, Kayes y Tambacounda entrar y recorrer el vecino país de Senegal.
(*) La Gran Mezquita de Djenné fundada en el año 1.240 y declarada Patrimonio de la Humanidad es el edificio religioso de adobe y madera de palma mas grande del mundo y el mejor ejemplo de arquitectura sudanesa de todo el Africa occidental.
(**) Al año siguiente en parecidas fechas y también bañándome en el río Bani pillé Bilharziasis, unas larvas microscópicas que migran a través de la sangre primero a los pulmones y luego al hígado, bazo y riñones y si no se curan a tiempo pueden ser mortales. Tuve que regresar a España y ponerme en manos de uno de los pocos especialistas en enfermedades tropicales que por aquel entonces había en nuestro país, el Dr. Corachán, del Hospital Clínico de Barcelona. Ese fué el final de mis continuados e intensivos viajes por el Africa occidental.
(***) Los misteriosos Dogones de origen desconocido son en todo diferentes a cualquier otra tribu ó raza de su entorno, son animistas, su lenguaje y calendario son únicos, y según los expertos toda su cultura y costumbres podrían estar relacionados con las órbitas de "Po Tolo" (Sirius II) y "Emme Ya" (Sirius III), hace muy pocos años descubierta.
En Ségou, a unos 240 kilómetros de Bamako y también localizada a orillas del gran río Níger el principal atractivo era en aquél entonces su activo mercado en el que podías comprar casi de todo incluyendo alimentos y latas de conservas con los sellos de la ayuda humanitaria de varios paises. Después de pernoctar allí una noche emprendimos de nuevo ruta para llegar a comer a la pequeña ciudad de San con su bonita mezquita de adobe blanqueado, continuando luego hacia el noreste a fin de coger el "bac" (pequeño ferry) el cuál atravesando el río Bani (un afluente del Níger) nos llevaría ya al anochecer hasta Djenné.
Djenné, la ciudad santa de Malí, con su impresionante Gran Mezquita de adobe y madera de palma de estilo sudanés (*), sus madrasas (escuelas coránicas), sus artesanos y anticuarios, el diseño de sus calles y la arquitectura de sus casas, y su colorido mercado de los lunes a los pies de la Gran Mezquita es sin duda una de las ciudades mas interesantes y bellas de Malí, y allí permanecimos un par de días alojados en su agradable y limpio "campement" para poder ver tranquilamente ésta ciudad acompañados por el joven Souri (mi "guia local" adoptado en mis anteriores viajes), y bañándonos en el apacible río Bani.
Fué bañándonos en el rio Bani (**) dónde tuvimos una vivencia inesperada, una chica de nuestra expedición se clavó en la zona del tendón de Aquiles un gran anzuelo de una ristra utilizada por los "bozós" para pescar el "capitán" (un gran pez de fondo muy abundante en aquellas aguas), traspasándole de un lado a otro el tobillo, el pié le comenzó a hinchar, su dolor era creciente y no veíamos manera de poder quitarle el anzuelo. En ésto y al escuchar los gritos de la joven se nos acerca un "Marabú" (santón curandero muy respetado en todo el Sahel) que estaba rezando a la orilla del río, le echa un vistazo al tobillo, cierra los ojos, escupe al suelo, y con un rápido movimiento del dedo medio de su mano derecha roza el anzuelo, éste desaparece como por arte de magia (si no lo hubiésemos visto yo nunca lo hubiese creido) sin sangre alguna y sin dejar señales en el tobillo ni de la entrada ni de la salida del anzuelo.
Abandonando Djenné nos dirigimos, primero por carretera, y luego por una difícil pero preciosa pista de montaña hacia el pueblo y las fallas de Bandiagara, en el misterioso país Dogón (***), atravesando riachuelos sobre rocas y grandes cantos rodados, visualizando de vez en cuando en sus cercanías a altivos pastores "fulani" (peuls) con sus pequeños rebaños de cabras y camellos, a miembros de familias "dogón" cultivando maiz y mijo en pequeñas parcelas entre las rocas cercanas a sus curiosas casas de piedra y adobe con sus graneros "machos" y "hembras" con puntiagudos techos de paja, llegando así ya por la tarde a Bandiagara, el principal pueblo de la zona, para alojarnos por unos días en su precario "campement" en dónde ni luz eléctrica había cocinando los alimentos que llevábamos con la luz de los candiles.
Bandiagara está situado sobre una gran falla rocosa con paredes verticales de unos 300 metros de altitud la cuál domina un enorme y bonito valle que llega hasta Burkina Fassó, plagado de cultivos de mijo y arroz y de baobad, los "árboles sin sombra". Tanto en el valle como colgados en los acantilados y en la cima se encuentran varios pequeños y emblemáticos pueblos "dogón" entre los que destaca por su cercanía aunque no por su accesibilidad el de Sanghá desde dónde la vista de los impresionantes acantilados con las antiguas cuevas y tumbas de los misteriosos y desaparecidos "hombrecillos rojos" expulsados por los "dogón" (posibles antepasados de los bosquimanos) en las cuevas y fisuras de las rocas es mucho mas hermosa.
Entre Bandiagara y Sanghá pasamos varios días saltando entre las rocas y descendiendo a pié por "senderos de cabras" ( incluida la joven del anzuelo) hasta los pueblos y aldeas del valle, sacando fotografías, intentando conectar con los nativos, y empapándonos de la misteriosa cultura "dogón" y de la espiritualidad de la zona. Luego de un baile ritual en que los animistas dogones bailan sobre grandes zancos disfrazados con caretas de diversos animales, algunas con enormes "cuernos" de madera llamadas "kanagas" en forma de dobles cruces, pasamos nuestra última noche en Bandiagara intercambiando regalos y comprando artesanía, y ya a la mañana siguiente emprendimos el camino hacia Mopti, la llamada "Venecia africana".
Mopti, situada en la confluencia de los ríos Níger y Bani está construida sobre tres islas unidas por diques y de ahí el sobrenombre de "Venecia africana". Mopti es la tercera ciudad del país en número de habitantes, principalmente songhais, bambaras, bozós, peuls y tuaregs, y el principal puerto fluvial de Malí. Es una ciudad agradable para pasear siendo sus principales atractivos su Gran Mezquita de estilo sudanés, su concurrido mercado pequeño, sus estrechas calles repletas de anticuarios y artesanos, su activo puerto repleto de mercancías y sus barcazas de carga, y sobre todo los pueblos de pescadores "bozós" y los asentamientos "tuareg" del otro lado del río a los que fácilmente se llega en piraguas.
Después de un par de días en Moptí regresamos directamente a Bamako a fin de que el grupo regresase en avión a España, permaneciendo allí Chema y yo con nuestro autobús 4x4 a la espera de un nuevo grupo de expedición para, vía Kolokari, Kayes y Tambacounda entrar y recorrer el vecino país de Senegal.
(*) La Gran Mezquita de Djenné fundada en el año 1.240 y declarada Patrimonio de la Humanidad es el edificio religioso de adobe y madera de palma mas grande del mundo y el mejor ejemplo de arquitectura sudanesa de todo el Africa occidental.
(**) Al año siguiente en parecidas fechas y también bañándome en el río Bani pillé Bilharziasis, unas larvas microscópicas que migran a través de la sangre primero a los pulmones y luego al hígado, bazo y riñones y si no se curan a tiempo pueden ser mortales. Tuve que regresar a España y ponerme en manos de uno de los pocos especialistas en enfermedades tropicales que por aquel entonces había en nuestro país, el Dr. Corachán, del Hospital Clínico de Barcelona. Ese fué el final de mis continuados e intensivos viajes por el Africa occidental.
(***) Los misteriosos Dogones de origen desconocido son en todo diferentes a cualquier otra tribu ó raza de su entorno, son animistas, su lenguaje y calendario son únicos, y según los expertos toda su cultura y costumbres podrían estar relacionados con las órbitas de "Po Tolo" (Sirius II) y "Emme Ya" (Sirius III), hace muy pocos años descubierta.