A finales de enero de 1981 crucé la frontera entre Colombia y Ecuador por la localidad de Ipiales, una pequeña ciudad dedicada casi toda ella, al menos en aquellos tiempos, al comercio y al contrabando de todo tipo de mercancías entre los dos paises, una ciudad que sin embargo cuenta con una hermosa Catedral en su plaza central y a pocos kilómetros de distancia con una de las maravillas de Colombia, el Santuario de Nuestra Señora de las Lajas, una muy bonita y esbelta basílica sustentada sobre pilotes en el cañón del río Guaytara, lugar de peregrinación de miles de personas de todos los países sudamericanos.
Pasada Ibarra, "la ciudad blanca de Ecuador", situada a los piés del volcán Imbabura, con su magnífico Palacio de la Gobernación y su Castillo del Cuartel, llegué a la localidad de Otavalo en sábado día de mercado asombrándome de la riqueza artesanal de los indios Otavaleños (*) los cuáles, ataviadas las mujeres con sus largas faldas negras, sus hermosas blusas blancas con adornos bordados y sus múltiples collares de oro , exponen en la Plaza de los Ponchos miles de tapices, ponchos, chales, jerseys, bufandas, zapatillas, etc. de lana, algodón, cuero y totora. Otavalo goza de un clima priviligiado y está ubicado en un paisaje paradisíaco muy cerca del lago San Pablo y del volcán Imbabura que da nombre a toda la región.
Continuando hacia el sur llegué a la "Bola de la Mitad del Mundo", un monumento situado a unos veinte kilómetros al norte de Quito que marca teórica y aproximadamente el paralelo cero, la línea ecuatorial del mundo. Ya en Quito, la capital de Ecuador, situada a los piés del volcán Pichincha a casi tres mil metros de altitud, la primera capital del inca Atahualpa antes de su traslado a Cusco, visité su Centro Histórico uno de los primeros en ser declarado Patrimonio de la Humanidad con su Palacio de Carondelet en la gran Plaza de la Independencia, su Basílica del Voto Nacional la mas grande de América Latina, la Catedral Metropolitana, las iglesias de La Compañía, de San Francisco y de Santo Domingo, etc.
De nuevo en ruta dejé a un lado el nevado y grandioso volcán Cotopaxi de casi 5.900 metros de altitud antes de virar hacia el oeste por una sinuosa carretera descendente atravesando la "Franja de las Nieblas Eternas" (**) camino de la ciudad de Santo Domingo de los Colorados, así llamada por la vistosidad que le dan los tímidos indios Tsachilas (***) de la región que acuden a su mercado con sus cuerpos teñidos de rojo, pañuelos al cuello, vistosos chales al hombro, pequeñas faldas con rayas horizontales y su pelo recortado y embadurnado con barro y achiote asemejando un artificial casquete rojo sobre sus cabezas.
Abandonando Santo Domingo continué bajando hacia el noroeste camino de la provincia costera de Esmeraldas, la llamada "provincia verde" por su abundante masa forestal en la que habitan jaguares, osos hormigueros, perezosos, loros, tucanes, guacamayos, etc, y de sus variadas y hermosas playas alojándome en un camping en plena playa de Atacames y visitando desde allí el interior de la provincia y los pequeños pueblos pesqueros y playas de los alrededores, Muisne, Quirindé, Tonsupa, Súa, Same, etc. antes de continuar varios días después mi camino hacia Santiago de Guayaquil, la ciudad mas poblada y el puerto mas grande de Ecuador.
En Guayaquil esperaba poder conseguir un pasaje barato en algún carguero para visitar las islas Galápagos pero me fué totalmente imposible, no porque no hubiese barcos disponibles sino porque te exigían un permiso especial de la Armada y ésta no se lo proporcionaban a ningún turista extranjero. El avión resultaba muy caro para mí y además no había cupo disponible hasta mucho tiempo después, así que después de visitar lo principal de la ciudad, la Torre del Reloj, la Catedral Metropolitana, la Iglesia de San Francisco, etc. dejé Guayaquil dirigiéndome hacia el sur camino de la frontera con el norte de Perú.
Abandonando Santo Domingo continué bajando hacia el noroeste camino de la provincia costera de Esmeraldas, la llamada "provincia verde" por su abundante masa forestal en la que habitan jaguares, osos hormigueros, perezosos, loros, tucanes, guacamayos, etc, y de sus variadas y hermosas playas alojándome en un camping en plena playa de Atacames y visitando desde allí el interior de la provincia y los pequeños pueblos pesqueros y playas de los alrededores, Muisne, Quirindé, Tonsupa, Súa, Same, etc. antes de continuar varios días después mi camino hacia Santiago de Guayaquil, la ciudad mas poblada y el puerto mas grande de Ecuador.
En Guayaquil esperaba poder conseguir un pasaje barato en algún carguero para visitar las islas Galápagos pero me fué totalmente imposible, no porque no hubiese barcos disponibles sino porque te exigían un permiso especial de la Armada y ésta no se lo proporcionaban a ningún turista extranjero. El avión resultaba muy caro para mí y además no había cupo disponible hasta mucho tiempo después, así que después de visitar lo principal de la ciudad, la Torre del Reloj, la Catedral Metropolitana, la Iglesia de San Francisco, etc. dejé Guayaquil dirigiéndome hacia el sur camino de la frontera con el norte de Perú.
(*) Los indios Otavaleños son muy numerosos, laboriosos, listos y organizados. En el presente siglo XXI han ido "colonizando" con sus puestos ambulantes y sus tejidos y artesanía varia los principales "mercadillos" de Latinoamérica, Europa e incluso Estados Unidos. Vd. los distinguirá perfectamente porque son muy bajitos y sus mujeres llevan largas faldas negras, blusas blancas bordadas con adornos y varios collares de oro al cuello que según su número indican su posición económica, antiguamente su posición social.
(**) La "Franja de las Nieblas Eternas" es una masa permanente de nubes pegada a la Cordillera Andina a unos mil metros de altitud originada por la evaporación del cálido mar tropical, tiene mas de un kilómetro de ancho y produce una humedad y semioscuridad en la que resulta difícil vivir, no quedando mas remedio que atravesarla cuando se baja o sube por caminos ó carreteras desde el altiplano a la costa del Pacífico.
(***) Los indios Tsáchilas llamados "Colorados" ´habitan en pequeños poblados en ésa zona de la cordillera andina limítrofe con la siempre oscura y húmeda "Franja de las Nieblas Eternas", son tímidos y poco sociables, duermen en hamacas en sus sencillas chozas rectangulares de madera, paja y cañizo, cultivan mandioca, mascan tabaco, beben chicha, cazan con cerbatanas, y untan su cuerpo y el casquete de pelo embarrado de sus cabezas con un tinte rojo extraido de las semillas del "onoto" que les protege de los insectos.
(***) Los indios Tsáchilas llamados "Colorados" ´habitan en pequeños poblados en ésa zona de la cordillera andina limítrofe con la siempre oscura y húmeda "Franja de las Nieblas Eternas", son tímidos y poco sociables, duermen en hamacas en sus sencillas chozas rectangulares de madera, paja y cañizo, cultivan mandioca, mascan tabaco, beben chicha, cazan con cerbatanas, y untan su cuerpo y el casquete de pelo embarrado de sus cabezas con un tinte rojo extraido de las semillas del "onoto" que les protege de los insectos.