7 ago 2012

A MADAGASCAR EN UN VIEJO CARGUERO DE ARROZ

A principios de noviembre del 2003 estaba en Harare, la revuelta capital de Zimbabwe, alojado en una zona relativamente tranquila de chalets muy cerca del centro nuevo de la ciudad. Tenía todavía casi mes y medio disponible antes de volver a Nairobi para regresar desde allí a España y lo único que tenía que decidir era mi próximo destino, decidiéndome al fin por intentar llegar a Madagascar via Mozambique dado que además la editorial de guias de viajes alternativos con la que venía colaborando esporadicamente desde hacía ya algún tiempo tenía interés en completar algunos datos de la zona central de Mozambique y de la propia Madagascar.

Con ése objetivo tomé un autobús hacia la pequeña ciudad de Umtali (hoy Mutare) en el éste del país, una tranquila ciudad colonial de anchas calles y edificios bajos pegada a la frontera con Mozambique, un muy pobre, precioso y alegre país en el que entré por la región montañosa de Manica, la capital de un antiguo reino plagado de oro, continuando luego siempre por pistas en dirección éste hacia el océano Indico no sin antes detenerme en la pequeña localidad Chimoio para visitar las pinturas rupestres de Chimanimani con escenas de cazadores con sus lanzas y danzas ancestrales, llegando al cabo de unos días por pistas cada vez mas embarradas e incluso inundadas por el río Pungwe a la mozambiqueña ciudad costera de Beira.

Beira, a orillas del llamado Canal de Mozambique en el océano Indico es la segunda ciudad y el segundo puerto del país, tiene poco que ver y es bastante peligrosa, así que mientras visitaba la playa, el paseo marítimo, la catedral y el centro de la ciudad indagaba en las pocas agencias de viajes la manera de llegar a Madagascar, encontrándome con qué no había aviones ni ferries que hiciesen desde allí la travesía del canal de Mozambique, sugiriéndome todas ellas que debía desplazarme hasta Maputo, la sureña capital del país, a mas de 700 kilómetros de distancia, cuando tenía justo enfrente de mi la gran isla de Madagascar.

Sin saber que hacer me fuí hacia el puerto pesquero encontrándome en los alrededores a varios marineros gallegos que trabajaban para una filial de Pescanova, los cuáles, después de indagar en la Capitanía del puerto me indicaron que había un pequeño carguero malgache con arroz listo para zarpar hacia Mahajanga, el segundo puerto de Madagascar situado en el noroeste de la isla, y allí me fuí acompañado por el patrón de uno de los pesqueros quién consiguió que a cambio de unos cuarenta dólares me admitiesen a bordo. La travesía en el viejo, pequeño y herrumbroso carguero trascurrió sin novedad a excepción del sofocante calor que hacía, y al cabo de dos días llegamos a la costa y una vez pagado mi visado la policía de inmigración me dejó desembarcar sin problemas en el puerto de Mahajanga.

Mahajanga (Majunga) situada a la entrada de la bahía de Bombetoka es una alegre ciudad de mayoría musulmana con su agradable centro viejo y puerto antiguo plagados de mezquitas de altos minaretes, comercios y animados mercados, con un bonito paseo marítimo en el que se conserva y venera como sagrado un gigantesco baobad de "mil años" de edad, y varias buenas playas en sus alrededores. En Mahajanga me detuve un par de días y luego partí por una sinuosa carretera asfaltada hacia Antananarivo, la capital de Madagascar, situada en el centro de esa enorme isla-continente a unos 550 kilómetros de distancia, parando a dormir en la pequeña ciudad mercado de Maevatanana, a orillas del río Ikopa.

Antananarivo, capital del antiguo reino Merina de origen polinesio y hoy capital de Madagascar es una extraña e impactante ciudad muy diferente a todas las que había visto hasta entonces, por la asombrosa arquitectura de los edificios de un rojo y oscuro ladrillo que bordean su gran Avenida de la Independencia situada en el centro de ésta ciudad mezcla de oriente y occidente, por la Ciudad Alta con sus iglesias y las ruinas del Palacio de la Reina, por el ambiente de sus mercados "zomas" que no son ni hindúes ni africanos, por sus parques tranquilos, sus escaleras y sus calles empedradas, sus pintorescos restaurantes, sus cafés, pero también por las ruinas, la suciedad y la miseria en numerosos barrios de la ciudad.

Desde Antananarivo me fuí todavía por carretera asfaltada hacia Toamasina (Tamatave), la principal ciudad portuaria de Madagascar situada en el océano Indico desde la que se exportan grandes cantidades de clavo, vainilla, pimienta, canela, etc., así como oro, caucho y animales vivos. En Toamasina no había mucho que hacer a excepción de pasear por sus amplias avenidas bordeada de cocoteros y por sus bonitas playas en las que no te podías bañar a causa de los tiburones, así que después de un día allí tomé primero un desvencinjado autobús en dirección norte hasta la pequeña ciudad costera de Fenoarivo, y luego una camioneta hasta el ribereño pueblo de Soanierana Ivongo al objeto de embarcar allí en un pequeño y desastrado ferry que me llevó hasta la pequeña y bonita isla de Santa María.

La pequeña isla de Santa María (Nosy Boraha) alargada y estrecha, antigua guarida de piratas (*) de los que todavía se conserva un cementerio con tumbas y calaveras tiene en su minúscula capital Ambodifotrata la iglesia mas antigua de Madagascar. Santa María es una isla preciosa y muy tranquila que por su tamaño, su plana superficie y sus pistas de arena que llegan a todos sus pequeños poblados puedes recorrerla perfectamente en bicicleta, sus habitantes son muy amables y acogedores, sus lagunas y playas bordeadas de casuarinas y cocoteros son tranquilas y hermosas y en ella puedes ver desde delfines y ballenas en el horizonte hasta pequeños "lemures" (**) en sus bosques. Alojado en una económica pensión de trotamundos al borde del mar permanecí allí varios días pensando en cómo llegar a mi siguiente destino, el puerto de Antisiranana, en el extremo norte de Madagascar.

Ante la imposibilidad de continuar por la costa este de Madagascar mi ruta hacia el norte debido a las agrestes y despobladas montañas que me separaban de la ciudad de Antisiranana decidí dar un rodeo regresando rápidamente a Antananarivo para al siguiente día tomar allí un autobús que a través de la alta meseta central me llevó de nuevo hasta Maetanana, en dónde enlacé con otro local que ya en descenso y paralelo a la costa oeste de Madagascar me condujo en dirección norte hasta el pueblo de Port Bergé Vaovao en dónde pasé la noche, continuando luego en camionetas por unas carreteras y pistas sujetas a inundaciones y cada vez mas deterioradas hasta el cruce de Antsohihy y desde allí a la pequeña, agradable y relajada ciudad costera de Ambanja en dónde pasé la noche, situada en la desembocadura del río Sambirano, una zona de mucha producción de cacao, vainilla, pimienta y café.

Desde Ambanja me dirigí hacia el cercano puerto de Ankify para tomar allí una embarcación hacia la famosa  isla "caribeña" de Nosy Be (que hasta dispone de un aeropuerto al que llegan directamente turistas de Francia, Alemania y sobre todo Italia) con sus playas de fina arena blanca, sus cristalinas aguas de color turquesa, sus "lemures negros", sus esbeltas mujeres con coloridos "sarongs" y cestas de pescado fresco sobre sus cabezas, el permanente y perfumado olor del "ylang yang" y la "vainilla" , pero también con su extremo calor húmedo y sofocante y sus millones de agresivos mosquitos. En Nosy Be permanecí sólo un par de días continuando luego hacia mi último destino en Madagascar, la ciudad portuaria de Antisiranana, localizada a unos doscientos cuarenta kilómetros en el extremo norte del país.

Antisiranana (antes Diego Suárez) (***), enclavada en un promontorio dentro de una enorme y protegida bahía rodeada de montañas por todas partes es el tercer puerto mas importante del país y sin duda el paisaje marítimo mas bonito de Madagascar, con muchas pequeñas bahías y playas de arena blanca. Antisiranana es también una ciudad tranquila y agradable con sus casas coloniales, su colorido mercado y sus calles comerciales las cuáles desde la plaza 14 de Octubre descienden hasta el puerto. En Antisiranana me despedí de Madagascar embarcándome en un buque mixto de carga y pasaje que después de una corta escala en Moroni (la capital de las islas Comores, en dónde no me dejaron desembarcar) para dejar y embarcar carga y pasaje me llevó hasta Dar es Salaam, la principal ciudad y antigua capital de Tanzania.

En Dar es Salaam no hay mucho que ver a excepción del Museo Nacional en el que se conservan restos fósiles y huellas de homínidos que ya caminaban erguidos hace tres millones de años así qué, después de un par de días en la ciudad paseando por el mercado de Kariakoo y por las ajetreadas callejuelas del centro y disfrutando de su playa de Oyster Bay bordeada de palmeras en dónde me alojé, tomé un ferry hacia la cercana isla de Zanzíbar, "la isla de las especias" en dónde agoté mis últimos días por las estrechas calles de Stone Town con sus puertas talladas y sus hermosas mezquitas, recorriendo en autobuses locales los frondosos y perfumados bosques de vainilla y nuez moscada y los pintorescos poblados del interior de la isla, y disfrutando de sus playas y excursiones de buceo en viejos "dhows". Desde allí tomé un avión a Nairobi que tres horas después me conectó con mi vuelo de regreso a Madrid ya sin tiempo de bajar a la ciudad y despedirme de mi amigo Lorenzo del Amo que supongo seguirá allí viviendo.

(*) En septiembre del 2010, el cazatesoros Barry Clifford descubrió en las costas de la isla de Santa María los restos del "Adventure", el buque insignia del corsario William Kidd, el famoso "Capitán Kidd", abandonado por sus protectores ingleses y ahorcado en Londres en 1701.

(**) Los "lemures" (existen mas de cien especies diferentes) son unos primates parecidos a los monos con la cara y las orejas mas puntiagudas, son exclusivos de de Madagascar, se alimentan de hojas, frutas y pequeños invertebrados y tienen ojos brillantes y hábitos nocturnos.

(***) Diego Suárez fué un marino de origen galaico-portugués que llegó al norte de Madagascar alrededor de 1543 fundando la ciudad y el puerto que hasta hace poco llevaba su nombre en la bahía mas oculta, resguardada y fácil de defender de todo el Indico occidental.

(****) Como curiosidad añadiré que al noreste de "Diego Suárez" existen tres minúsculos y preciosos archipiélagos coralinos llamados "Agalega", "Rodrigues" y "Cargados Carajos", están agrupados en las "islas Mascareñas" que hoy en día pertenecen a la "República de Mauricio".