En marzo de 1987 el delegado en Madrid de una agencia de viajes alternativos francesa al que había conocido en enero de ese mismo año en la etapa de descanso del rally Paris-Dakar 87 en Agadez (Niger), me contactó por si me interesaba llevar a primeros de abril un pequeño grupo de expedición de 6 jóvenes franceses con el objetivo principal de descender en canoa a motor el río San Juan fronterizo entre Nicaragua y Costa Rica, y remontar luego la caribeña "Costa de los Mosquitos" de Nicaragua hasta los Cayos Miskitos y la ciudad de Puerto Cabezas, ya cerca de la frontera con Honduras, una zona problemática debido a la todavía intermitente actividad de los "contras" (*) nicaraguenses en aquella época.
Nos reunimos en el aeropuerto de Madrid y volamos a Managua, la capital de la en aquellos tiempos Nicaragua sandinista, y después de una breve estancia de un día en la ciudad para visitar la plaza de la Revolución con la catedral de Santiago y el museo Nacional, así como el lago de Managua, salimos en un autobús local de esa peligrosa capital camino de la vieja ciudad colonial de Granada, la ciudad mas antigua del continente americano, fundada en 1524 por Francisco Fernández de Córdoba en la orilla norte del lago de Nicaragua. En Granada nos detuvimos también un día para visitar su plaza de la Independencia, la Catedral, el convento de San Francisco y la iglesia de la Merced, todo ello muy abandonado, tomando luego un viejo y herrumbroso ferry hacia la mas tranquila y relajante isla de Ometepe.
Ometepe es una preciosa isla en forma de "pecho femenino" localizada en el centro oeste del lago Nicaragua. En el centro del selvático "pecho" sur se eleva el volcán Maderas al cuál puedes ascender para contemplar, e incluso bañarte en la laguna formada en el interior de su cono. En el "pecho" norte, mucho mas arbolado y poblado, el mas alto, cónico y todavía activo volcán Concepción, así como Moyogalpa la primitiva capital de la isla. En el noreste está el mucho mas atractivo pueblo de Altagracia con su tranquila plaza central y su pequeño museo arqueológico, y a pocos kilómetros de allí, en medio de los dos "pechos", la larga y blanca playa de Santo Domingo con algunas pensiones y pequeños restaurantes, en la cuál te puedes bañar asumiendo el riesgo de que aparezca algún tiburón de agua dulce o un caimán siempre al acecho de las crias del ganado vacuno que los nativos llevan a pasear y beber a la playa.
Después de dos días en Ometepe tomamos de nuevo el herrumbroso ferry en dirección a la localidad de San Carlos situada en el extremo sudeste del lago Nicaragua, punto de partida para descender el río San Juan que hace frontera entre Nicaragua y Costa Rica hasta el mar Caribe. En San Carlos, un destartalado pueblo de calles estrechas, desastrados edificios de madera, pequeños restaurantes sobre pilotes a orillas del río, y un abandonado fuerte español de 1724, empleamos un día para contratar por 300 dólares una travesía por etapas hasta la ciudad de Bluefields, ya en la célebre "Costa de los Mosquitos" del Caribe nicaraguense, en una pasable "panga" (canoa con techo) de madera con un fueraborda Yamaha de 60 CV, con dos tripulantes (Ovidio León el patrón y Mateo el marinero), y con capacidad sobrada para todos nosotros y nuestras mochilas.
Una vez abastecidos de agua, víveres, combustible y mucho repelente local para los mosquitos emprendimos la navegación hacia el mar Caribe por el tranquilo río San Juan hacia el este, a favor de la corriente, rodeados de una muy espesa arboleda por ambos lados en la que con frecuencia veíamos monos, diversas aves multicolores y algún que otro caimán, hasta llegar a la localidad de El Castillo situada a unos cincuenta kilómetros río abajo, un pequeño puerto fluvial dominado por la rampa empedrada y los gruesos muros del castillo de la Inmaculada Concepción situado en el alto de una colina sobre el río. Fué construido por los españoles en 1675 para defenderse de los piratas, entre ellos el famoso Drake, los cuáles subían por el río para atacar la isla de Ometepe y la mismísima ciudad de Granada.
Después de pasar la noche en un hostal sobre pilotes a orillas del río emprendimos la navegación hacia la pequeña localidad de San Juan del Norte fundada por los españoles en 1539 y localizada ya en el mar Caribe, en la desembocadura del río San Juan. San Juan del Norte constituye el extremo sur de la llamada "Costa de los Mosquitos" y cómo las demás poblaciones de ésta costa caribeña está habitada en gran medida por criollos mezcla de los originarios indios "miskitos" (**) y esclavos negros escapados de la antigua Jamaica británica, por lo que en la zona es frecuente escuchar una mezcla de miskito, inglés y español. Desde San Juan visitamos las escasas ruinas del asentamiento inglés de Greytown, los restos de una draga con la que los americanos intentaron abrir un canal transoceanico a finales del siglo XIX, así como la cercana Laguna Azul en dónde tuvimos ocasión de ver tortugas y algún manatí.
Desde San Juan y con la mar tranquila zarpamos ya por la costa caribeña hacia el norte camino de la mítica ciudad de Bluefields, bordeando la reserva de Indio Maiz con una impresionante vegetación que llega hasta el mar, y luego, mas o menos a mitad de travesía, la barra de Punta Gorda en cuya pequeña aldea nos detuvimos a comer marisco, continuando luego bordeando la reserva de Cerro Silva para detenernos de nuevo en la profunda y muy bonita bahía y playa de Monkey Point para bañarnos antes de virar el cabo y mas al norte la isla del Venado para entrar en la laguna de Bluefields, una ciudad fundada en 1602 por el pirata holandés Abraham Blauvelt en la desembocadora del rio Escondido siendo hoy el principal puerto del Caribe nicaraguense, poblado fundamentalmente por "criollos", "miskitos", "rama" y "garifuna" (***).
En Bluefields nos detuvimos dos días para visitar esa atractiva ciudad costera (sin enlace entonces por carretera con el resto del país, y la cuál un año después de nuestra visita fué practicamente destruida por el huracán Joan), con su calle principal de coloridas casas de madera que desemboca en el agradable parque de los Reyes, su blanca y esbelta iglesia de Moravia con sus puntiagudos techos de color rojo, su activo mercado municipal y su puerto pesquero, no teniendo necesidad de contratar allí una nueva "panga" (Ovidio se nos ofreció de nuevo) para llevarnos con escalas programadas hasta la mas al norte ciudad de Puerto Cabezas, utilizándola antes para visitar varios interesantes enclaves en la laguna de Bluefields como la pequeña isla de Rama Key con sus dos colinas entrelazadas por manglares y habitada por los pescadores "rama" (**), así como la cercana y paradisíaca playa de Bluff.
Zarpamos de Bluefields hacia el norte en busca de la Laguna de Perlas, llegando a tiempo para comer y alojarnos antes de visitar los cercanos poblados "miskitos" de Raitipura y Awas. En Laguna de Perlas, un pequeño y tranquilo pueblo habitado sobre todo por "criollos" pero sin demasiado interés permanecimos sólo un día zarpando a la mañana siguiente hacia el alegre y acogedor Orinoco, el principal poblado "garifuna" de la zona, para luego continuar siempre hacia el norte hasta la segunda ciudad de la "Costa de los Mosquitos" nicaraguense, Puerto Cabezas, una peligrosa ciudad con sus calles de tierra tomadas por los militares sandinistas en aquellos tiempos, situada sobre un promontorio, y que cuenta con un larguísimo muelle de madera sobre pilotes que se adentra casi dos kilómetros en el mar. En Puerto Cabezas no había mucho que ver, así que a la mañana siguiente zarpamos hacia los Cayos Miskitos localizados en pleno mar Caribe, a unas 25 millas de la costa en dirección noreste.
Los famosos Cayos Miskitos nicaraguenses, un conjunto de mas de setenta pequeñas isletas, algunas de ellas habitadas por indios "miskitos" con sus piraguas y sus chozas cuadrangulares ancladas sobre pilotes a poca profundidad en el mar, otras que son simples rocas o manglares, y muchas otras con resplandecientes y solitarias playas de arena blanca y cálidas aguas de color azul turquesa con fondos coralinos y peces multicolores, ideales para el baño y el buceo con unas simples gafas y tubo. En una de esas solitarias y paradisíacas isletas pasamos bajo las palmeras la primera noche, dedicando el siguiente día a recorrer con calma todos los cayos que pudimos viendo juguetones delfines, tortugas carey y multitud de aves palmípedas, y ya al caer la tarde cenando pescado y marisco en la choza de un acogedor indio "miskito", el cuál nos ofreció además otra choza vacía para dormir sobre el mar.
Fascinados por lo que en los dos últimos días habíamos visto y vivido en los cayos regresamos a Puerto Cabezas para dormir allí, despedirnos con pena de Ovidio y Mateo, y tomar a la mañana siguiente un desvencijado y muy lento autobús que a través de una impresionante vegetación y por una intransitable y polvorienta pista plagada de controles militares después de todo un día en dirección oeste nos llevó hasta Rosita, un pequeño y peligroso pueblo minero de oro en el cuál a la mayoría de los hombres se les permitía ir armados con el único requisito de ocultar sus pistolas debajo de sus camisas. En Rosita, también bajo férreo control militar, cenamos y nos alojamos en un hotel de mala muerte, y a la mañana siguiente tomamos otro autobús al principio por la misma desastrada pista que en dirección sudoeste, y empleando de nuevo todo el día, nos condujo hasta la ciudad de Matagalpa.
Matagalpa, la llamada "perla del norte", es una activa y montañosa ciudad conocida por sus plantaciones de café y cacao, ya relativamente cerca de Managua, y allí nos detuvimos un día para recorrer su calle principal, el parque Morazán y su bonita y blanca Catedral, no sin antes visitar en sus cercanías la bonita cascada del río Santa Emilia y alguna plantación de café y cacao. Al día siguiente, a primera hora, y ya por carretera asfaltada, recorrimos los ciento treinta kilómetros que nos separaban de Managua, la capital del pais, dedicando el día, luego de alojarnos, a confirmar el vuelo de regreso a Francia vía Madrid del grupo, solicitando por mi parte a la compañía Iberia un mes mas de permanencia cosa que me concedieron sin problemas porque tenían lista de espera para ese vuelo. Preparamos los equipajes, y al día siguiente me despedí en el aeropuerto de los 6 agradables y colaboradores jóvenes franceses agradeciéndome ellos el trabajo realizado, pagándome lo que todavía faltaba, y quedando en avisarme para otras futuras expediciones, cosa que hicieron pocos años después.
(*) La Nicaragua de 1987 tenía como presidente legítimo al sandinista Daniel Ortega. En enero de ese mismo año había sido promulgada la novena Constitución del país, contemplando un gobierno democrático basado en la separación de poderes, y ya en el año anterior el Sr. Daniel Ortega, todavía con alguna actividad de los "contras" y en pleno período de bloqueo y escasez económica, con una población empobrecida y en ocasiones carente de productos básicos había otorgado a los indios "miskitos" la autonomía de su región.
(**) Los indios "miskitos", una raza caribeña de origen "chibcha" mayoritaria en toda la "Costa de los Mosquitos" de Nicaragua y Honduras, hablan su propio idioma además del español, la mayoría son cristianos, su actividad principal es la pesca, la caza y la recolección de frutos, y tuvieron su propio reino hasta finales del siglo XIX. Los indios "rama", localizados en los alrededores de los torrentes, ríos y lagunas selváticas de toda esa zona, son también de origen "chibcha" y fueron en tiempos esclavizados por los "miskitos".
(***) Los "garifuna", también conocidos como "caribes negros" por ser mezcla de los originarios indios "caribes" y esclavos negros deportados de la isla de San Vicente hacia la isla de Roatán se establecieron en algunos lugares de las costas de Belice, Guatemala, Honduras y Nicaragua, conservan su propio idioma mezcla de dialectos africanos, caribeños y francés, y se dedican fundamentalmente a la caza y a la pesca.