BLOQUEADO CON MI VELERO EN LARACHE (MARRUECOS)
A principios de junio de 1995 y después de unos días arranchando mi velero "Vagamundo" zarpé de Oropesa del Mar hacia el oeste rumbo a las islas Columbretes (antes islas de las serpientes), pasando la noche amarrado a una boya en la protegida bahía de su isla mayor después de visitar su faro y de cenar con los acogedores guardas del parque nacional. Al día siguiente puse rumbo hacia la bahía de Portinaxt, en el norte de Ibiza, en donde permanecí de base todo el verano al objeto de reponer mi maltrecha economía con excursiones turísticas hacia las calas de la costa oeste, islas menores, San Antonio y en ocasiones a la isla de Formentera.
A finales de agosto ya finalizando la temporada y con la bolsa algo repuesta partí de nuevo con rumbo suroeste, mar tranquila y ligero viento de levante hacia Cartagena (Murcia) y de ahí hacia el pequeño puerto de San José (Almería), doblando un par de días después el cabo de Gata ésta vez sin problemas, y poniendo ya rumbo oestesuroeste hacia la protegida bahía de Algeciras en donde me detuve a descansar un par de días, zarpando de nuevo con la intención de cruzar el estrecho de Gibraltar para dirigirme a Tánger (Marruecos), pero era tanto el mar y el viento de poniente que de repente se levantó que no me quedó mas remedio que buscar refugio en el al menos por aquél entonces inhóspito puerto de Tarifa en dónde, nada mas amarrar mi velero me desmayé y caí redondo teniendo que llevarme la Cruz Roja al hospital en dónde quedé ingresado, me hicieron análisis y otras pruebas y me diagnosticaron vértigo y serios problemas de equilibrio (*), advirtiéndome que si continuaba navegando el problema me iría a mas.
Tres días mas tarde, ya repuesto, con buen tiempo y después de tomar las tabletas para ese vértigo que ya me acompañarían para siempre crucé el estrecho de Gibraltar sorteando a los muy peligrosos mercantes que en una y otra dirección en caravana navegaban, atracando en el gran puerto de Tánger (Marruecos) en dónde la aduana, la gendarmería y la policía me hicieron depositar por separado las bengalas de señales, los cartuchos y la escopeta de caza documentada que llevaba. Al cabo de un par de días volví a zarpar y doblando ya el cabo Espartel puse rumbo a Asilah llegando a su deprimente puerto ya anocheciendo, sorteando cómo pude los cabos de los muchos pesqueros que allí amarrados había, cuándo de repente oigo que alguien en español me llamaba a gritos, resultó ser un buceador profesional de mi ciudad llamado Dino Liste quién me ayudó a atracar y en vista de que en el puerto a esas horas ya no había nadie me llevó a su casa ofreciéndose para acompañarme al día siguiente a la policía.
Dino, recolector profesional de esponjas a veces a ochenta metros de profundidad llevaba ya muchos meses trabajando y viviendo en Asilah con otros compañeros en una casa alquilada, en ella me duché, cenamos abundantemente con un buen vino, charlamos, fumamos, y cuando ya estábamos a punto de irnos a dormir llegó la policía y con muy malos modos nos llevaron a los dos a la comisaría. Allí tuvimos que explicar ambos nuestra actuación, y en plena noche me llevaron de vuelta al puerto, me preguntaron dónde tenía la escopeta y los cartuchos que de nuevo me incautaron, y se pasaron mas de dos horas registrando el velero por si encontraban alguna otra cosa dejándome después volver a dormir a casa de Dino el cuál estaba bastante preocupado por la situación en la que creía haberme metido.
Desde Asilah puse rumbo a Larache en dónde me estaban esperando y ahí sí que se complicaron las cosas, para empezar me hicieron atracar entre el muelle y una patrullera, se pasaron horas la policía, la gendarmería y la aduana registrando el barco, se llevaron unos la escopeta, otros los cartuchos y bengalas, y los terceros la radio del barco!, luego los policías me llevaron a comisaría y me interrogaron a fondo sobre porqué llevaba armas a bordo, cuál era el motivo, el origen y el destino de mi viaje, porqué me había detenido en Larache, etc., etc., dejándome por fin ya bien entrada la madrugada regresar a dormir al barco.
Al día siguiente me levanté bastante tarde para ir a comer a la zona del mercado en el centro de Larache y noté que alguien me estaba siguiendo, pregunté dónde estaba el consulado español y allí me fuí a contarle al cónsul lo que me estaba pasando, me atendió muy amablemente, me dijo que allí era habitual y al menos en apariencia pasó de todo por lo que me fuí a una cabina telefónica y llamé a un antiguo compañero de la academia militar, entonces comandante de la Guardia Civil, poniéndole al tanto de la situación por si ésta se complicaba.
Al atardecer del segundo día y después de comunicarles que en vez de continuar ya rumbo a Canarias cómo era mi intención iba a regresar antes a España para depositar la problemática escopeta en la Guardia Civil de Barbate me dejaron al fin partir sin que ahí terminase el acoso, estaba el cielo despejado, había buena mar y tenía el viento de través, una espléndida noche para navegar rápido con todas las velas desplegadas y el piloto automático, disfrutando del murmullo de las aguas y del cielo estrellado. De repente y ya casi llegando al paralelo del cabo Espartel me deslumbran por estribor los potentes focos de una embarcación, era una patrullera marroquí que aproximándose a mi costado me preguntaron por megafonía en perfecto español de dónde venía, adónde iba, si navegaba sólo, etc., apagando por fin sus potentes focos y alejándose al cabo de un buen rato tan repentinamente como habían llegado.
Ya próximo a Barbate llamé por el canal 13 de la radio a la Guardia Civil para comunicarles mi llegada y preguntarles si había alguna patrulla de guardia en el puerto, cuándo llegué me estaban esperando un sargento y varios números quiénes, después de atracar y explicarles el porqué y a qué venía me dijeron que habían estado siguiendo mi rumbo por rádar y que al no decirles nada cuándo los llamé pensaban que podría traer algún indeseado polizón a bordo, no me revisaron el barco y se fueron tranquilamente diciéndome que cuando quisiera pasase por su cuartel para depositar la escopeta de caza, cosa que ya por la tarde hice atendiéndome muy amablemente un teniente el cuál, después de contarle todo con calma, se comprometió y así lo hizo a enviar la escopeta sin los cartuchos a mi domicilio en La Coruña.
A la noche siguiente y ya sin la dichosa escopeta zarpé de nuevo rumbo a Larache en dónde la policía me recibió sorprendida? no teniendo ya mas problemas.
(*) El vértigo y el centro del equilibrio están en general relacionados con los oidos y yo los tenía tocados desde principios de los años 80, primero por la malaria cerebral que pillé en Centroáfrica y que me dejó secuelas en la vista y oidos, y pocos años mas tarde por un escarabajo pelotero el cuál, durmiendo en la arena en Burkina Fassó, se me metió en el oído rasgándome el tímpano a consecuencia de todo lo cuál me quedé ya sordo del oido derecho.
A principios de junio de 1995 y después de unos días arranchando mi velero "Vagamundo" zarpé de Oropesa del Mar hacia el oeste rumbo a las islas Columbretes (antes islas de las serpientes), pasando la noche amarrado a una boya en la protegida bahía de su isla mayor después de visitar su faro y de cenar con los acogedores guardas del parque nacional. Al día siguiente puse rumbo hacia la bahía de Portinaxt, en el norte de Ibiza, en donde permanecí de base todo el verano al objeto de reponer mi maltrecha economía con excursiones turísticas hacia las calas de la costa oeste, islas menores, San Antonio y en ocasiones a la isla de Formentera.
A finales de agosto ya finalizando la temporada y con la bolsa algo repuesta partí de nuevo con rumbo suroeste, mar tranquila y ligero viento de levante hacia Cartagena (Murcia) y de ahí hacia el pequeño puerto de San José (Almería), doblando un par de días después el cabo de Gata ésta vez sin problemas, y poniendo ya rumbo oestesuroeste hacia la protegida bahía de Algeciras en donde me detuve a descansar un par de días, zarpando de nuevo con la intención de cruzar el estrecho de Gibraltar para dirigirme a Tánger (Marruecos), pero era tanto el mar y el viento de poniente que de repente se levantó que no me quedó mas remedio que buscar refugio en el al menos por aquél entonces inhóspito puerto de Tarifa en dónde, nada mas amarrar mi velero me desmayé y caí redondo teniendo que llevarme la Cruz Roja al hospital en dónde quedé ingresado, me hicieron análisis y otras pruebas y me diagnosticaron vértigo y serios problemas de equilibrio (*), advirtiéndome que si continuaba navegando el problema me iría a mas.
Tres días mas tarde, ya repuesto, con buen tiempo y después de tomar las tabletas para ese vértigo que ya me acompañarían para siempre crucé el estrecho de Gibraltar sorteando a los muy peligrosos mercantes que en una y otra dirección en caravana navegaban, atracando en el gran puerto de Tánger (Marruecos) en dónde la aduana, la gendarmería y la policía me hicieron depositar por separado las bengalas de señales, los cartuchos y la escopeta de caza documentada que llevaba. Al cabo de un par de días volví a zarpar y doblando ya el cabo Espartel puse rumbo a Asilah llegando a su deprimente puerto ya anocheciendo, sorteando cómo pude los cabos de los muchos pesqueros que allí amarrados había, cuándo de repente oigo que alguien en español me llamaba a gritos, resultó ser un buceador profesional de mi ciudad llamado Dino Liste quién me ayudó a atracar y en vista de que en el puerto a esas horas ya no había nadie me llevó a su casa ofreciéndose para acompañarme al día siguiente a la policía.
Dino, recolector profesional de esponjas a veces a ochenta metros de profundidad llevaba ya muchos meses trabajando y viviendo en Asilah con otros compañeros en una casa alquilada, en ella me duché, cenamos abundantemente con un buen vino, charlamos, fumamos, y cuando ya estábamos a punto de irnos a dormir llegó la policía y con muy malos modos nos llevaron a los dos a la comisaría. Allí tuvimos que explicar ambos nuestra actuación, y en plena noche me llevaron de vuelta al puerto, me preguntaron dónde tenía la escopeta y los cartuchos que de nuevo me incautaron, y se pasaron mas de dos horas registrando el velero por si encontraban alguna otra cosa dejándome después volver a dormir a casa de Dino el cuál estaba bastante preocupado por la situación en la que creía haberme metido.
Desde Asilah puse rumbo a Larache en dónde me estaban esperando y ahí sí que se complicaron las cosas, para empezar me hicieron atracar entre el muelle y una patrullera, se pasaron horas la policía, la gendarmería y la aduana registrando el barco, se llevaron unos la escopeta, otros los cartuchos y bengalas, y los terceros la radio del barco!, luego los policías me llevaron a comisaría y me interrogaron a fondo sobre porqué llevaba armas a bordo, cuál era el motivo, el origen y el destino de mi viaje, porqué me había detenido en Larache, etc., etc., dejándome por fin ya bien entrada la madrugada regresar a dormir al barco.
Al día siguiente me levanté bastante tarde para ir a comer a la zona del mercado en el centro de Larache y noté que alguien me estaba siguiendo, pregunté dónde estaba el consulado español y allí me fuí a contarle al cónsul lo que me estaba pasando, me atendió muy amablemente, me dijo que allí era habitual y al menos en apariencia pasó de todo por lo que me fuí a una cabina telefónica y llamé a un antiguo compañero de la academia militar, entonces comandante de la Guardia Civil, poniéndole al tanto de la situación por si ésta se complicaba.
Al atardecer del segundo día y después de comunicarles que en vez de continuar ya rumbo a Canarias cómo era mi intención iba a regresar antes a España para depositar la problemática escopeta en la Guardia Civil de Barbate me dejaron al fin partir sin que ahí terminase el acoso, estaba el cielo despejado, había buena mar y tenía el viento de través, una espléndida noche para navegar rápido con todas las velas desplegadas y el piloto automático, disfrutando del murmullo de las aguas y del cielo estrellado. De repente y ya casi llegando al paralelo del cabo Espartel me deslumbran por estribor los potentes focos de una embarcación, era una patrullera marroquí que aproximándose a mi costado me preguntaron por megafonía en perfecto español de dónde venía, adónde iba, si navegaba sólo, etc., apagando por fin sus potentes focos y alejándose al cabo de un buen rato tan repentinamente como habían llegado.
Ya próximo a Barbate llamé por el canal 13 de la radio a la Guardia Civil para comunicarles mi llegada y preguntarles si había alguna patrulla de guardia en el puerto, cuándo llegué me estaban esperando un sargento y varios números quiénes, después de atracar y explicarles el porqué y a qué venía me dijeron que habían estado siguiendo mi rumbo por rádar y que al no decirles nada cuándo los llamé pensaban que podría traer algún indeseado polizón a bordo, no me revisaron el barco y se fueron tranquilamente diciéndome que cuando quisiera pasase por su cuartel para depositar la escopeta de caza, cosa que ya por la tarde hice atendiéndome muy amablemente un teniente el cuál, después de contarle todo con calma, se comprometió y así lo hizo a enviar la escopeta sin los cartuchos a mi domicilio en La Coruña.
A la noche siguiente y ya sin la dichosa escopeta zarpé de nuevo rumbo a Larache en dónde la policía me recibió sorprendida? no teniendo ya mas problemas.
(*) El vértigo y el centro del equilibrio están en general relacionados con los oidos y yo los tenía tocados desde principios de los años 80, primero por la malaria cerebral que pillé en Centroáfrica y que me dejó secuelas en la vista y oidos, y pocos años mas tarde por un escarabajo pelotero el cuál, durmiendo en la arena en Burkina Fassó, se me metió en el oído rasgándome el tímpano a consecuencia de todo lo cuál me quedé ya sordo del oido derecho.