9 jun 2012

LAS SINGLADURAS CON MI VELERO "VAGAMUNDO" (6ª Etapa)

CASI EMBARRANCO EN SIDI IFNI Y EN TAN TAN (MARRUECOS)

Partí de Larache al atardecer del día siguiente a mi llegada con rumbo suroeste en dirección al puerto de Mohammedía, tenía por delante mas de doscientas millas náuticas pero el viento y la corriente me eran favorables y prefería no entrar en Salé, el congestionado puerto de Rabat, la capital de Marruecos, a menos que me fuese absolutamente necesario. La travesía trascurrió apaciblemente y en la tarde del segundo día arribé al puerto de Mohammedía atracando en los entonces precarios pantalanes anclados con cadenas de su pequeño puerto deportivo.

Mohammedía, una pequeña y tranquila ciudad balneario situada a unos veinte kilómetros al norte de Casablanca está muy bien comunicada con ésta ciudad, así que me quedé allí los dos días siguientes en los cuáles aproveché para visitar y pasear por Casablanca, la ciudad mas "europea" de Marruecos, con unas magníficas heladerías y cafés al aire libre en las que da verdadero gusto sentarse e incluso permanecer horas leyendo la prensa y viendo pasar a la gente. Ya al anochecer del tercer día partí hacia El Jadida adónde llegué con todo el día por delante para disfrutar de ésta pequeña y antigua ciudad fortificada portuguesa en aquellos tiempos llamada Mazagao, y hoy en día declarada patrimonio de la humanidad.

Abandonando El Jadida ya de noche y también con buen tiempo y condiciones favorables puse rumbo hacia la industriosa ciudad de Safi llegando por la tarde con tiempo suficiente para pasear y comprar en su activo y colorido mercado, y ya al día siguiente visitar sus monumentos árabes y portugueses, su fortaleza sobre el mar, su catedral, su museo de cerámica, la ciudadela de Ben Hamiddouch, etc., partiendo de nuevo al atardecer del día siguiente hacia la preciosa ciudad de Essaouira (la antigua Mogador) con su isla al frente, su pequeñísimo puerto protegido del mar por las rocas en el cuál cómo única posibilidad tuve que abarloarme a una patrullera inactiva con autorización del amabilísimo capitán del puerto, su enorme bahía de poco calado y su tranquila playa en dónde me bañé varias veces en los dos días que allí pasé, su estrecha, acogedora y serpenteante "casbah", sus restaurantes de marisco al aire libre en el puerto, y sus terrazas en la pequeña y tranquila plaza central del casco antiguo.

Abandoné con pena Essaouira poniendo rumbo hacia el gran puerto de la muy turística y artificial ciudad nueva de Agadir (la ciudad original fué totalmente destruida por un terremoto en 1960) fondeando justo delante del pequeño club náutico de la ciudad al final de su abarrotado puerto pesquero. A excepción de la playa, el paseo marítimo y sus modernos hoteles la Agadir de hoy es bastante cara y no tiene absolutamente ningún interés como no sea para tostarse al sol, por lo cual a la mañana siguiente puse rumbo hacia el puerto de Sidi Ifni (**) del que me separaban unas cien millas náuticas llegando a la altura de su bocana poco después del amanecer. Hasta aquí la navegación había trascurrido sin problemas a excepción de una cadena que tuve que librar de la hélice en el puerto deportivo de Mohammedía y algo de mar y viento fuerte que me había golpeado al doblar el cabo Ghir antes de entrar en la costa de Agadir.

Ya antes de enfilar con plena luz del día aunque con algo de bruma y con la marea medio llena la bocana del puerto de Sidi Ifni me dí cuenta de que allí algo pasaba por las olas que justo en la entrada del puerto se levantaban, pero para cuándo escuché los gritos y ví los gestos de varias personas levantando los brazos en la escollera ya era tarde para virar en redondo y retroceder, el "Vagamundo" entró en volandas justo por el centro de la bocana, y poco después, ayudado por varios marineros atraqué ileso en el muelle. Antes de bajar a tierra escuché en perfecto español de todo, algunas personas me decían que si estaba loco, que en ése año ya habían muerto varios pescadores intentando entrar a puerto, otros me soltaron "qué hue... tienes", y los mas me felicitaron por haber entrado con tan aparente facilidad.

Pasé en Sidi Ifni tres días bañándome en su playa y disfrutando de la gran hospitalidad de sus habitantes algunos de ellos todavía con nacionalidad y pensión española, sintiéndome como en casa en ésa pequeña, olvidada y empobrecida ciudad de estilo y ambiente español. Sus escasos habitantes en general pescadores (muchos otros tuvieron que emigrar a otras ciudades en busca de trabajo), no solamente me acogieron como si fuese uno de ellos añorando la colonización española y lamentándo que en 1969 los hubiésemos abandonado y que Marruecos los tuviese marginados, y explicándome lo que pasaba en el puerto, según ellos desde que España los dejó nadie había dragado la bocana y en ella se había ido acumulado con los años tal cantidad de arena que se había convertido en una verdadera trampa mortal.

Abandoné con mucha pena Sidi Ifni siguiendo al pié de la letra las indicaciones de los marineros, con la marea llena ya comenzando a bajar, las olas por la amura, rumbo suroeste y a dos tercios del ancho de la bocana a partir del espigón, no teniendo así ni el mas mínimo problema en la salida y poniendo ya rumbo directo, después de navegar unas veinte millas mar adentro con la mar en calma, hacia mi siguiente destino el por aquél entonces pequeño puerto de Tan Tan (***) localizado a unas ciento diez millas náuticas, dejando por babor una costa baja y arenosa ya sahariana la cual perdí de vista mucho antes de ponerse el sol.

Navegaba medio dormido con todas las velas desplegadas y con el piloto automático conectado cuándo en plena noche, sobre las cuatro de la madrugada la sonda comenzó desaforadamente a pitar, la miro y veo que marca menos de un metro de profundidad bajo la quilla, dirijo el foco hacia el mar y no aprecio nada raro, el Gps me da rumbo y posición correcta, apago la sonda y la vuelvo a encender, lo mismo, pitando como una loca e indicándome que ya no tengo fondo, me voy a proa y efectivamente veo algo de espuma en el calmado mar, salgo corriendo hacia la cabina, desconecto el piloto automático y ya manualmente viro noventa grados a estribor para adentrarme en la mar con rumbo perpendicular a la costa. Fué mi salvación, mirando por la popa ya se veía hacia el sur la espuma de unos rompientes que no figuraban ni en mi plotter ni en la carta náutica inglesa de papel que por precaución llevaba.

En el entonces miserable puerto de El Quatia (el puerto de Tan Tan) al cuál llegué en la tarde del día siguiente y en dónde la policía volvió, con la excusa de registrar mi velero, a llevarse "de regalo" las pocas cervezas y vino que me quedaban no me detuve nada mas que para dormir ya que ni siquiera un sitio pasable para cenar encontré, partiendo ya por la mañana con la mar y viento de aleta y rumbo oestesuroeste hacia mi último puerto marroquí, el puerto de Tarfaya (**), adónde arribé sin novedad doblando el cabo Juby a la siguiente mañana y aprovechando el día para visitar ésta pequeña y tranquila ciudad, sin demasiado que ver, pero con un par de hoteles con restaurante en dónde al fin pude comer y cenar decentemente antes de partir hacia lo que fué mi antepenúltimo destino, Puerto del Rosario, la capital de la larga y desolada isla de Fuerteventura, la mas próxima de todas las islas Canarias.

Cómo venía siendo ya habitual en mí (*) zarpé de Tarfaya bien entrada la noche con buena mar, rumbo noroeste, y viento casi de través hacia Puerto del Rosario, sin tener ni el mas mínimo problema de navegación en toda la noche, pero ya de día y a unas ocho millas de la costa veo algo muy raro en el cielo por la popa, una muy extraña, extensa y negra franja de nubes paralela a la ya invisible costa africana que se aproximaba rapidamente, inquieto desconecté el piloto automático y tomé la caña del timón, y de repente, con la oscurísima franja de nubes ya casi encima de mi primero cayó totalmente el viento, y a los pocos minutos, a medida que la negra franja pasaba sobre mi cabeza el mar comenzó a hervir y una fuertísima "bofetada" me reviró ciento ochenta grados el velero quedándome con la popa mirando a Fuerteventura, a los pocos segundos la situación se normalizó y pude, recuperando de nuevo el rumbo, arribar como una hora y media después a mi destino Puerto del Rosario.

En la por aquél entonces feísima capital de Fuerteventura a principios de octubre de 1995 la Guardia Civil me registró el "Vagamundo", y una vez pasados sin problemas los controles de policía y aduana fondeé ya de nuevo en territorio español. Mi intención era permanecer algún tiempo en un lugar adecuado para intentar reponer con excursiones a vela por las islas Canarias mi maltrecha economía antes de continuar mi singladura bien atravesando el océano Atlántico ó bien continuando hacia el sur, pero enseguida me dí cuenta de que Puerto del Rosario no era el lugar adecuado. Alguien me recomendó un pequeño puerto en el norte de la isla, Corralejo y allí me fuí encontrándome qué efectivamente era un lugar encantador con un entorno paradisíaco, unas dunas impresionantes, playas de aguas cristalinas, vistas al sur de la isla de Lanzarote y justo enfrente la pequeña isla de Lobos con su bonito volcán apagado, contando además con unos pequeños pantalanes en su seguro y vigilado puerto.

Todo muy bonito pero allí no podía sentar mi base de operaciones, las excursiones estaban ya totalmente copadas por empresas de la zona, en los pantalanes no había ninguna plaza libre y además eran demasiado caros para mí, y el único lugar de fondeo a la entrada del puerto no estaba suficientemente protegido del mar y el velero no paraba de moverse, por lo que además de resultar muy incómodo para vivir empecé a notar de nuevo algunos problemas de equilibrio. Levé ancla y puse rumbo hacia Arrecife, la capital de la cercana isla de Lanzarote, encontrándo, justo al final de su gran puerto y una vez sobrepasada la zona de los pesqueros un tranquilísimo lugar dónde fondear y dos pantalanes concesión de un asturiano en los cuáles, previo pago y autorización, se podía embarcar y desembarcar con la zodiac e incluso aproximar el velero para hacer agua y combustible así cómo pequeñas reparaciones que requiriesen electricidad, estando además situado a un paso del centro de la ciudad.

(*) La mar es muy relajante y bonita pero muy traicionera, en todas mis singladuras en solitario con el "Vagamundo" nunca zarpé de un puerto sin los bocatas ó la comida preparada, sin dejar a mi alcance todo aquello que previsiblemente pudiera necesitar, y sin haber hecho previamente los cálculos de navegación tanto con el plotter cómo manualmente con las cartas náuticas de papel. Esa fué siempre la principal razón de mis frecuentes navegaciones nocturnas en función de la distancia, era mucho mas importante para mí arribar en pleno día a un puerto lejano y desconocido que la hora de salida del puerto anterior.

(**) Sidi Ifni y Tarfaya (la antigua Cabo Juby) fueron parte de España hasta que sus soberanías fueron cedidas a Marruecos, en 1958 en el caso de Tarfaya y en 1969 la de Sidi Ifni. Tarfaya fué una de las ciudades en dónde los marroquíes comenzaron a finales de 1975 su famosa "marcha verde" anexionándose todo el antiguo Sáhara español y provocando la guerra con los "rebeldes españolistas" saharauies integrados en el Frente Polisario.

(***) Según la Wikipedia en la desolada zona de Tan Tan se está construyendo actualmente un reactor nuclear marroquí así cómo la mas grande base militar norteamericana en el continente africano, y en sus enormes y espléndidas playas camino de Tarfaya se están desarrollando unos gigantescos proyectos turísticos, complejos hoteleros, puertos deportivos, etc. promovidos por inversores principalmente canarios y marroquíes. En el año 2008 la naviera Armas inauguró una línea de ferries entre Puerto del Rosario (Fuerteventura) y Tarfaya, sólo hizo unos pocos viajes, el ferry Assalama se hundió a menos de tres millas de Tarfaya.