6 may 2012

TRANSAFRICANA, DE MADRID A KENIA EN UN VIEJO CAMION. (3ª parte)

LAS MAMBAS VERDES INVADEN NUESTRO CAMION

Entramos en Nigeria por el noroeste del país, región de mayoría Hausa y religión musulmana, dejando atrás en pocos días Sokoto, Zaria y Jos para dirigirnos en dirección sureste hacia la región de Biafra poblada mayoritariamente por los Ibos de religión cristiana. Esa región, rica en carbón y fronteriza con Camerún, la cuál se atrevió a declararse república independiente en 1967, fué sistematicamente masacrada por los Hausas y Yorubas mayoritarios en el resto del país en la muy sangrienta guerra de Biafra (*) y era todavía cuando pasamos por ella una región marginada por el gobierno de Nigeria.

Camino de Biafra pasamos por Wamba y Makurdí en dónde nuestro conductor y mecánico Carlos Santos se libró de la muerte de milagro, estaba revisando algo debajo del camión, entre los dos ejes traseros, cuando el camión comenzó a deslizarse por la suave pendiente en la que estaba aparcado. Carlos se apercibió a tiempo antes de que lo aplastasen las ruedas del eje trasero y comenzó a rodar sobre sí mismo intentando mantenerse entre los dos ejes pero sin encontrar la manera de salir de allí. Un compañero del que no recuerdo su nombre se dió cuenta del peligro, saltó rapidamente a la cabina y pisó el freno parando el camión.

En el mercado de Enugú, la capital de Biafra, nos rodean los Ibos para ofrecernos de todo, frutas, gallinas, cochinos y principalmente capachos llenos hasta los topes de "maría" que allí se cultivaba a gran escala, y que una vez probada, confieso que fué la mejor y mas suave que he fumado en mi vida. Desde Enugú nos dirigimos hacia el River Cross que hace de frontera con Camerún, a unos 200 kilómetros de distancia. Ya en el River Cross nos detuvimos un par de días para descansar, bañarnos y pescar y comer el muy sabroso "capitán", un gran pez barbudo muy típico de los ríos tropicales.

Ya entrando en Camerún nos esperaba una resbaladiza aunque preciosa pista de tierra rojiza de unos 375 kilómetros hasta la ciudad de Kumba, y fué recorriendo esa pista cuando nos dimos verdadera cuenta de que habíamos cambiado radicalmente de país, los poblados por los que pasábamos estaban llenos de frutas y  flores multicolores, se veían nidos oblongos de los pájaros tejedores por doquier, cientos de niños y niñas con su uniforme azul saliendo de las escuelas, alegría desbordante por todas partes.

Llegamos a Duala justo a tiempo para pasar allí las navidades. Duala, ciudad situada a orillas del golfo de Guinea es la capital económica y la ciudad mas grande de Camerún, está dividida en dos partes separadas por el río Wuri y es una ciudad muy alegre y cosmopolita llena de bares y bistros en toda la zona del río y de restaurantes y pastelerías estilo francés en las calles del barrio de Akwa. En Duala llevábamos la referencia de una céntrica iglesia católica en cuya amplia explanada dotada de baños y duchas dejaban a los viajeros europeos acampar y allí pasamos la navidad aunque luego, de muy buenas formas nos echaron.

Las navidades en Camerún no se celebran desde luego igual que aquí, la gente, sobre todo los jóvenes muy extrovertidos y libres de tabúes viven esos días y noches de vacaciones muy intensamente en la calle, en los bares, en los bistros, entablando enseguida amistad y formándo grandes grupos para divertirse en compañía. Era tal la cantidad de jóvenes, chicos y chicas los que acudían a visitarnos a nuestro camión y a invitarnos a beber, a bailar y a irnos con ellos que no es de extrañar que los curas de la iglesia se cansasen de nuestra no muy ejemplar compañía. A mas de uno y una nos pintaron las uñas de las manos de rojo los nativos por no poder o no querer mantener con ellos relaciones sexuales.

Estábamos muy a gusto en Duala y todavía no queríamos partir, de modo que nos buscamos otro lugar dónde nos permitiesen acampar y no fué otro que debajo de un gigantesco árbol a orillas de un riachuelo en el enorme jardín botánico de la ciudad, y ya al amanecer del primer día, en el mas profundo de los sueños, nos despierta con sus gritos un compañero diciéndonos que algo frio y viscoso le había pasado por el cuerpo, saltamos de nuestras literas, encendemos la luz de nuestro camión y las linternas, y vemos con gran sorpresa inicial, y mucho miedo después, que un montón de mambas verdes (**) se descolgaban de las ramas del árbol bajo el cuán estábamos acampados y caían en nuestro camión.

Al principio salimos todos corriendo tal y cómo estábamos, unos desnudos, otros en bragas y calzoncillos, hasta que nos tranquilizamos y tomamos conciencia de que estábamos siendo "invadidos" por las mambas verdes y de algún modo teníamos que solucionarlo. Nos pasamos medio día a la caza de las serpientes expulsándolas de nuestro camión con humo y ruidos, y a cada una que saltaba del camión intentando alcanzar el muy cercano riachuelo persiguiéndola y en ocasiones matándola con palos y piedras. Ese mismo día por la tarde, sin arriesgarnos a que anocheciera de nuevo, salimos corriendo de allí.

(*) En la sangrienta guerra de Biafra y en menos de 3 años se contabilizaron mas de 3.000.000 de muertos, en ella se enfrentaron además de los ejércitos nativos bandas de mercenarios reclutados y financiados por dos paises europeos con intereses contrapuestos en la zona.

(**) La mamba verde, muy fina y delgada y así llamada por su bonito color verde esmeralda anida y duerme en algunos árboles de las zonas húmedas del Africa ecuatorial y es una de las serpientes mas venenosas del mundo, su mordedura provoca la muerte en pocos minutos.