En 1987 llevé el único grupo español de seguimiento del mítico rallye París-Dakar, fué el año en que quedó 3º en la categoría de camiones el conocido piloto madrileño Carlos del Val con uno de los últimos camiones Pegaso de fabricación española, así como también el año posterior a la muerte del fundador del París-Dakar Thierry Sabine en un accidente de helicóptero en las dunas de D´Aolit, en el norte de Malí.
La verdad es que no me quedan muchos recuerdos de ésa aventura porque no tuvimos grandes acontecimientos ni percances. Mi buen amigo y maestro Lorenzo del Amo (Adinda) me había encomendado ésa misión por mi experiencia en las travesías saharianas, y junto con nuestro joven pero experimentado mecánico Chema me fuí turnando día y noche en la conducción del vehículo para no quedarnos descolgados del rallye.
Salimos de Madrid nueve personas en un Land Rover 2000 acondicionado para la expedición, y establecimos contacto con el rallye el 1º de enero en Laghouat, en la cadena montañosa del Atlas argelino, última ciudad antes de irnos adentrando ya en el gran erg occidental sahariano. Los integrantes del rallye habían embarcado en Barcelona en dirección a Argel y luego por carretera asfaltada llegaron ese mismo día a Laghouat.
Volvimos a coincidir con el rallie en Ghardaia, El Golea, In Salah y luego en su día de descanso en Tamanrasset en dónde nos separamos al objeto de pasar la frontera entre Argelia y Níger por los puestos fronterizos oficiales de In Guezzan y Assamaká atravesando la "tierra de nadie" entre ambos paises, fué allí dónde tuvimos nuestro primer y casi único percance.
Ese tramo de la "tierra de nadie" es un pasaje muy complicado con altas dunas y vaguadas en dónde se acumulan miles de toneladas de arena suelta y esponjosa. Al igual que años atrás nos había ocurrido con un gran camión Man en la inolvidable expedición que hicimos de Madrid a Kenya, al sobrepasar una empinada duna caimos sobre una de esas vaguadas y nos quedamos profundamente enterrados en la arena.
Algunos de los integrantes del grupo sin experiencia alguna en el Sáhara se pusieron nerviosos y comenzaron cómo locos y de inmediato a querer sacar incluso con las manos la arena debajo del camión. Chema y yo por el contrario nos subimos tranquilamente a la duna con el fin de intentar localizar desde allí alguna zona cercana con suelo algo mas firme y analizar, antes de ponernos manos a la obra, la mejor posibilidad de salida.
Encendimos un cigarrillo, los integrantes del grupo nos vieron aparentemente tan tranquilos y pasotas que tres de ellos muy nerviosos subieron a la duna con mucha agresividad, sin duda tenían que descargar en alguien su miedo y nerviosismo. En ésto apareció un enorme camión de apoyo del rallye que había tomado la misma ruta, nos vió, se detuvo muy cerca en una zona algo mas firme y con su cabrestante nos sacó de allí.
¿Qué hacía en medio del rallye un pesado y anticuado Land Rover 2000?, ¿Cómo era que en un momento ú otro aparecía en casi todas las etapas del rallye?, desde luego todos sabían que algo de trampa hacíamos pero no que conducíamos agotados día y noche turnándonos para dormitar, que recórtabamos algo las rutas para no quedar descolgados. El caso es que se acostumbraron a nuestra presencia y ya desde la etapa de descanso en Agadez la organización nos invitó a comer con ellos sin pagar ya nada mas de nuestro bolsillo.
Desde Agadez continuamos hacia Tahoua y Niamey, y luego siguiendo ya la curva del río Níger pasamos la frontera y entramos en el norte de Malí camino de Gao. Allí nos separamos del rallye ya que la única posibilidad que teníamos de llegar a tiempo a Dakar era circular rapidamente hasta Bamako, la capital de Malí, y desde allí dirigirnos a Senegal vía Kayes y Tambacounda, llegando a Dakar el 21 de enero por la noche justo a tiempo para coincidir al día siguiente con la última etapa del rallye en el famoso Lago Rosa.
Cómo dato curioso, en el habitual desfile de entrega de premios en la plaza de la Independencia de Dakar tuvimos que auxiliar con nuestras baterías al camión Pegaso de Carlos del Val con el que habíamos entablado cierta amistad desde las primeras etapas del rallye.
La verdad es que no me quedan muchos recuerdos de ésa aventura porque no tuvimos grandes acontecimientos ni percances. Mi buen amigo y maestro Lorenzo del Amo (Adinda) me había encomendado ésa misión por mi experiencia en las travesías saharianas, y junto con nuestro joven pero experimentado mecánico Chema me fuí turnando día y noche en la conducción del vehículo para no quedarnos descolgados del rallye.
Salimos de Madrid nueve personas en un Land Rover 2000 acondicionado para la expedición, y establecimos contacto con el rallye el 1º de enero en Laghouat, en la cadena montañosa del Atlas argelino, última ciudad antes de irnos adentrando ya en el gran erg occidental sahariano. Los integrantes del rallye habían embarcado en Barcelona en dirección a Argel y luego por carretera asfaltada llegaron ese mismo día a Laghouat.
Volvimos a coincidir con el rallie en Ghardaia, El Golea, In Salah y luego en su día de descanso en Tamanrasset en dónde nos separamos al objeto de pasar la frontera entre Argelia y Níger por los puestos fronterizos oficiales de In Guezzan y Assamaká atravesando la "tierra de nadie" entre ambos paises, fué allí dónde tuvimos nuestro primer y casi único percance.
Ese tramo de la "tierra de nadie" es un pasaje muy complicado con altas dunas y vaguadas en dónde se acumulan miles de toneladas de arena suelta y esponjosa. Al igual que años atrás nos había ocurrido con un gran camión Man en la inolvidable expedición que hicimos de Madrid a Kenya, al sobrepasar una empinada duna caimos sobre una de esas vaguadas y nos quedamos profundamente enterrados en la arena.
Algunos de los integrantes del grupo sin experiencia alguna en el Sáhara se pusieron nerviosos y comenzaron cómo locos y de inmediato a querer sacar incluso con las manos la arena debajo del camión. Chema y yo por el contrario nos subimos tranquilamente a la duna con el fin de intentar localizar desde allí alguna zona cercana con suelo algo mas firme y analizar, antes de ponernos manos a la obra, la mejor posibilidad de salida.
Encendimos un cigarrillo, los integrantes del grupo nos vieron aparentemente tan tranquilos y pasotas que tres de ellos muy nerviosos subieron a la duna con mucha agresividad, sin duda tenían que descargar en alguien su miedo y nerviosismo. En ésto apareció un enorme camión de apoyo del rallye que había tomado la misma ruta, nos vió, se detuvo muy cerca en una zona algo mas firme y con su cabrestante nos sacó de allí.
¿Qué hacía en medio del rallye un pesado y anticuado Land Rover 2000?, ¿Cómo era que en un momento ú otro aparecía en casi todas las etapas del rallye?, desde luego todos sabían que algo de trampa hacíamos pero no que conducíamos agotados día y noche turnándonos para dormitar, que recórtabamos algo las rutas para no quedar descolgados. El caso es que se acostumbraron a nuestra presencia y ya desde la etapa de descanso en Agadez la organización nos invitó a comer con ellos sin pagar ya nada mas de nuestro bolsillo.
Desde Agadez continuamos hacia Tahoua y Niamey, y luego siguiendo ya la curva del río Níger pasamos la frontera y entramos en el norte de Malí camino de Gao. Allí nos separamos del rallye ya que la única posibilidad que teníamos de llegar a tiempo a Dakar era circular rapidamente hasta Bamako, la capital de Malí, y desde allí dirigirnos a Senegal vía Kayes y Tambacounda, llegando a Dakar el 21 de enero por la noche justo a tiempo para coincidir al día siguiente con la última etapa del rallye en el famoso Lago Rosa.
Cómo dato curioso, en el habitual desfile de entrega de premios en la plaza de la Independencia de Dakar tuvimos que auxiliar con nuestras baterías al camión Pegaso de Carlos del Val con el que habíamos entablado cierta amistad desde las primeras etapas del rallye.